ERNESTO LAUREANO
—¿Dónde están los dioses? —preguntó el Pequeño, mientras se ocultaba con su familia en la caverna,
de aquella noche de tormenta primordial.
Y sus padres le enseñaron como hacer fuego para iluminar su historia pintada en los muros, y a danzar a
los dioses que un día llegaron a ellos y que se fueron con el tiempo de sus ancestros...
...Y fue la mañana del primer día.
Luego, el Pequeño preguntó a su tribu:
—¿Dónde están los dioses?
Y junto con sus padres atravesó un largo invierno en busca de un lugar para sembrar su futuro...
...Y fue la mañana y la tarde del segundo día.
Y el Joven preguntó a su pueblo, mientras reía a orillas del río:
—¿Dónde están los dioses?
Y sus padres le enseñaron a someter a otros pueblos, a otros hombres. Construyó pirámides en los
desiertos, y en las selvas vírgenes construyó ciudades. Aprendió otros cultos y leyendas junto a sabios y
maestros que se perdieron con el tiempo y el viento del olvido...
...Y fue la mañana y la tarde del tercer día.
Y el Hombre preguntó a los suyos:
—¿Dónde están los dioses?
—Están en la vida —le respondieron, mientras apagaban la vida de sus hermanos.
Y el Hombre descubrió el origen de su forma. Aprendió a crear vida en sus laboratorios, con respeto y
sabiduría...
...Y así fue todo el día cuarto.
Y el Hombre preguntó con desconfianza:
—¿Dónde están los dioses?
—Están en el amor —le respondieron los sacerdotes mientras se llenaban los bolsillos con monedas y
almas de la inocencia.
Y el Hombre aprendió a amar a todo ser viviente que pisara el mundo o viviera fuera de él. Con amor,
sus ojos se volcaron a las artes, y ellas las alas del espíritu humano acicalaron con ternura...
...Y fue la mañana y la tarde del día quinto.
Y el Hombre preguntó a los niños que ayer reían, y ahora eran hombres que odiaban:
—¿Dónde están los dioses?
—Están en la energía —le respondieron, mientras usaban el átomo para destruirse a sí mismos.
Y el Hombre aprendió a creer en la paz, usó el átomo para bien; sanó a todos los pueblos y no hubo
más guerras en su corazón...
...Y fue la mañana y la tarde del día sexto.
Y el Hombre preguntó al polvo de su cultura, a las ovejas sociales de su época:
—¿Dónde están los dioses?
—En el cielo —le respondieron, drogados por su sometimiento a la religión.
Y el Hombre aprendió astronomía, hizo cálculos, tomó soles en sus apuntes y llegaría a lugares que
siempre quiso conocer. Y finalmente se apoderó del cielo y vivió en las estrellas...
...Y fue la mañana y la tarde del séptimo día.
Y el Anciano preguntó a la multitud solitaria:
—¿Dónde están los dioses?
—Están en el espacio y el tiempo —le respondieron tristes y cabizbajos.
Y el Anciano aprendió a controlar el espacio y el tiempo. Y su cuerpo fue como el brillo del Sol, en
donde su pensamiento de luz ya no tenía fronteras, y podía estar en todas partes...
...Y fue la mañana y la tarde del octavo día.
Y el Anciano preguntó:
—¿Dónde están los dioses?
...Y nadie respondió, porque él ya estaba por sobre el espacio y el tiempo. Y el Anciano comprendió
que la verdadera respuesta debía dársela a sí mismo.
Y a medida que el Anciano buscaba a los dioses, iba creando en el camino nuevos cielos y nuevas
tierras; nuevos espacios y tiempos. Y en un pequeño mundo azul, que él había creado, hubo una tormenta
primordial, antigua y perfecta. Y en ese pequeño mundo azul, el Anciano escuchó a un Pequeño preguntar
algo que lo hizo sonreír y descansar:
—¿Dónde están los dioses?...
F I N
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